*Por Pablo Miranda.
¿La frivolidad mueve economía? Sí, porque hay oferta y demanda, por ende consumo. Allí juegan los valores de uso, los valores de las mercancías, las ganancias de quienes producen, de que quienes tienen los medios de producción y de quienes comercializan.
¿El turismo es solo economía? No. Puede serlo para algún prestador de servicio que solo vea en la actividad la manera de hacerse de dinero.
¿El dinero importa? Claro, es la manera en la que reproducimos nuestra vida social, el mundo se mueve por economía y prescindir de ella es casi imposible. Más allá de la variedad de definiciones existentes en torno a qué es o se entiende por economía, cerremos en que es la administración de bienes escasos, es decir bienes que tienen finitud.
¿Por qué no entregarle el turismo a la frivolidad?
Porque el turismo es ante todo una práctica social, en la cual se relacionan personas, se producen intercambio de experiencias culturales, deportivas, entretenimientos, productos, bienes y servicios, experiencias.
La calidad del intercambio nos enriquece socialmente, no estamos solos en el pueblo, la región, el país, el continente, el mundo. Lo que hagamos tiene sus consecuencias, positivas y negativas, incluso no tienen polaridad absoluta dado que lo bueno no es bueno para todas las personas y lo mismo acontece con aquello que pudiera catalogarse como malo.
Se puede generar dinero frívolamente y hacer práctica turística incurriendo en lo que no corresponde, si es por desconocimiento la ignorancia hará lo demás. En cambio, si se tiene conciencia del respeto en cuanto a diversidad cultural, por el ambiente, por las ideas y derechos de otras personas se alcanzan otros resultados sociales, cambiamos de escala.
Entregrarle el turismo a la frivolidad es quedarnos en la superficialidad, en la insignificancia, no habrá compromiso con la realidad.
Zurab Pololikashvili Secretario General del la OMT supo expresar:
«…reconozcamos la capacidad transformadora del turismo. Juntos, podemos hacer realidad el potencial del turismo de forjar un futuro mejor y más igualitario».
Este año 2022 bajo el lema «Repensar el turismo» reflexionó:
«…Cuando el mundo vuelve a abrirse, tenemos que aprender las lecciones de la pandemia y de la pausa que supuso a nivel internacional. Al exponer las debilidades, la crisis mostró también dónde hemos de reforzar la resiliencia. Y al exponer las desigualdades, mostró asimismo dónde hemos de buscar una mayor justicia».
La frivolidad no solo en el turismo sino que también en otras actividades nos ha traído hasta donde estamos en el mundo, no hay norte al que mirar como lugar de llegada. Las prácticas individualistas, las pautas técnicas que impone el mercado que avasallan la diversidad cultural, al medioambiente con prácticas dañinas, a la integridad de las personas cuando se pisotean las ideas y derechos inalienables (es decir irrenunciables) son parte de ello, una élite disfrutando de todo aquello que falta en otros lugares.
Brindemos por el turismo en su día, pero teniendo presente que es un derecho a practicarlo, para lo cual deben cumplirse los derechos de los trabajadores a que se les reconozca, para lo cual ha de ser empleo registrado, acceso a paritarias, aguinaldo, vacaciones pagas. Al mismo tiempo el trabajador del turismo debe ser reconocido por las mismas pautas laborales de rango constitucional.
Que la buena onda que requiere el turismo para alentar su práctica, no esconda bajo la alfombra las cosas pendientes.
*Editor Caminante.
Técnico en Comunicación y Turismo
FCC/UNC.
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