Hubo encuentro abierto en el Cerro Colorado en la que fuera la casa del gran cultor de nuestro folklore.
*Por Roberto Chavero.

Se iba yendo la tarde, cuando me acerqué a un grupo de amigos que estaban guitarreando desde el mediodía, con asadito de por medio, y les dije: ”bueno amigos, vamos a empezar”.
Se desarmó la rueda y nos fuimos arrimando al algarrobo que constituye el escenario en el que cada vez celebramos la música, la palabra, la danza, todo aquello que enaltece nuestra condición humana y lo hacemos a través de la obra de los maestros.
Así fue como con Eloísa Di Giácomo abrimos, con alguna reflexión y algunas canciones, lo que, luego, sería una noche magistral de canto y de música.
¿Cuál es el sentido de una reunión de criollos como la que sucede alrededor de cada 31 de Enero?

Es reafirmarnos en una expresión artística que nos define en el mundo. Lo genuino de cada uno de los cantores y guitarristas que subió a ese escenario, expresó de forma artística y diversa su pertenencia a una cultura, sin necesidad de explicitarla. Solo canciones y música, sin apelar a la demagogia, a la nostalgia o a las tendencias de moda.

El público en silencio, aplaudiendo con fervor las interpretaciones, por ahí largándose a bailar o a acompañar cantando algún tema. Pasaron vidalas, chacareras y gatos, estilos y milongas, huellas y zambas, canciones del litoral, bajo una luna llena que nos alumbró cuando el Cerro de la Mesa la ayudó a llegar a nuestro cielo.

Cada uno de los que estuvo el sábado 4 de Febrero en Agua Escondida hizo suyo este verso: “Yo voy andando y cantando, que es mi modo de alumbrar”.
*Roberto «Kolla» Chavero sobre la Celebración del 115 Aniversario del Nacimiento de Atahualpa Yupanqui realizado, como todos los años en su casa de Agua Escondia, al pie del cerro.
Fotos: Braian Zambrano