*Por Pablo Miranda.
Más allá de títulos de ocasión como «el Intendente o Jefe Comunal Hippie» que proliferaron ante la rareza que significó para el sistema clásico, buscamos alguna otra profundidad, lo que no refiere de que el objetivo esté saldado, es una búsqueda.
A través de la movida colectiva permanente de la organización Semilla del Sur y por empuje propio también, estamos ante un nuevo Jefe Comunal que ha tenido su preparación en cuanto a la relación con el Estado, la política, los actores sociales y económicos de su comunidad, pero como él mismo lo reconoce: «hay una complejidad propia de la administración pública» y calificó estos primeros 40 días de gobierno como «muy intensos en plena temporada, entre lo urgente y lo importante». Sin lugar a dudas, la adaptación, el dato concreto de la realidad en el Estado contable de la administración, la emergencia hídrica y la agenda turística de un verano que se presenta con buena ocupación, requiere de horas de trabajo en las que a medida que avanza se van aceitando los engranajes del equipo y del personal de planta que luego de 16 años debe adaptarse al cambio.
Entre mate y mate fuimos ingresando en el análisis político. En un escenario macro donde todo parece indicar lo impuesto que está el individualismo, tanto el dirigencial como el patrón de conducta de una sociedad que con algunas razones tiene tolerancia baja hacia la política pero que a su vez espera que alguien se haga cargo de una tarea que es de todos y en comunidad. Al respeto Pablo Riveros aportó:
«Juan Falú estuvo el domingo aquí en Villa Ciudad Parque y dijo: <yo soy muy consciente de donde estoy tocando, estoy viniendo a un lugar donde hay una experiencia de base social comunitaria que pudo acceder a organizar la administración pública a pequeña escala, y eso para mí es un desafío muy grande y una espèrenza muy grande porque nosotros luchamos muchos años pòr muchas de las cosas que están sucediendo en Villa Ciudad Parque, espero que les vaya bien porque creo que se debe dar a mediana y a gran escala también>«.
Riveros reflexionó, «es un poco eso, un gran desafío, genera expectativa y una gran esperanza, no solamente en nuestra comunidad, la región, también en otros lugares donde hay procesos similares, donde aún no se tiene aceitada la discusión de la política, del poder, lo electoral».
Pablo contó que hay dos experiencias en Argentina de organización comunitaria que accedieron a la primera dimensión del Estado, una es en Moreno Buenos Aires a través del Movimiento Evita y la otra Villa Ciudad Parque, por supuesto que en dimensiones distintas por cantidad demográfica y capacidad de movilización que el que tiene el ME. Respecto a esto, considera que «lo que hay que demostrar es que las organizaciones sociales pueden gobernar y lo pueden hacer bien. Si eso llega a ser una experiencia exitosa o buena, me parece que va a generar un efecto dominó y ahí se va a interpelar a la política».
Cuando Pablo Riveros dice que allí se va a interpelar a la política, se refiere que se va interpelar la forma de moda que incurre en construcción de dirigentes o candidatos con muy poco trabajo o surgidos de fórmulas matemáticas, pero hace la salvedad de que «el hecho de partir de un proceso comunitario no significa que sea garante de que vaya a salir bien».
Le pregunté si había alguna relación con la modalidad comunera de Amaicha del Valle en Tucumán, en el Valle Calchaquí, al límite con Salta hacia el Norte y hacia el Oeste Catamarca, a muy pocos kilómetros de las ruinas de Quilmes.
«Amaicha tiene la virtud de poder conservar una identidad indígena autóctona donde todavía sobreviven aspectos de esa cultura increíblemente, y eso les ha posibilitado tener ciertas experiencias acumuladas a través de los años que facilita que haya una organización, no es el tahuantisuyo ni nada por el estilo, pero es una experiencia interesante también para llevar adelante y que esos gobiernos proliferen» apuntó Riveros.
En estos casos los aspectos comunes son los procesos colectivos.
Por supuesto que hay temas que son recurrentes a las gestiones comunales y municipales, que en este caso estoy como dejando de lado, debido a que en términos de análisis me ha interesado ahondar en aquello que no es común y que puede alumbrar otra manera de hacer. Teniendo en cuenta esto, le pedí que me definiera qué es lo que considera como soberanía alimentaria y qué hay de concreto en eso de poder generar ese vergel que pueda abastecer la localidad y a la región.
«Para mí soberanía alimentaria es la posibilidad que tiene de una comunidad de cómo producir su alimentación, no sólo determina qué comer sino también cómo producirlo, es un concepto grande y abarcativo, me gusta hablar de seguridad alimentaria que se incluye en la soberanía, pero como me siento lejos de la soberanía, entonces empecemos por la preocupación de que todos coman bien».
En esto juega un importante rol, el ordenamiento territorial, eso que parece de arquitectos, agrimensores e ingenieros y en realidad tiene que ver con la calidad de vida y oportunidades de las personas.
Para Riveros, la soberanía y la seguridad alimentaria yace en el ordenamiento territorial. «Nos permite decidir cuáles son la actividades económicas que nos van hacer crecer, cuidar el ambiente, conocer cuáles son los recursos hídricos con los que contamos y a qué número de población podemos dar agua, cuáles son las zonas que hay que cuidar porque hay recursos hídricos importantes, cuales son las zonas para producir alimentos, cómo contribuir a la zona, a la actividad principal que es el turismo».
Cada aspecto que se toca tiene una puertita más, es como un artículo con muchos enlaces hipertextuales, entonces entramos en el tema del turismo y define: «estamos en un paraíso que está trabajando en el turismo, no nos podemos enajenar de esa actividad, yo soy orfebre y vivo de lo que la gente que viene compra, no podemos caer en la monoactividad, me parece importante el desarrollo de los viñedos, necesitamos diversidad productiva, tenemos que generar actividades secundarias que den trabajo (empleo), movimiento económico».
Una puertita es el rol de la economía popular, «moviliza dinero interno y que no depende del turismo; son oficios, actividad pequeñas, algunas sí dialogan con el turismo y otras no. Hay que generar políticas públicas que fomenten, fortalezcan, diseñen ese tipo de actividades que van a diversificar la zona» se entusiasma el Jefe Comunal.
«A los viñedos, hay que sumarle en el campo agrario la agricultura familiar, me parece que va a cobrar un peso importante y fortalecer eso desde la comuna para producir inicialmente niveles reales que nos permitan esperanzarnos».
Le planteamos que el turismo entre tanto bueno, también tiene aristas negativas: los impactos ambientales, sociales, culturales pero sobre todo, los destinos alcanzan tal visibilidad que en la mayoría de los casos genera una burbuja ficticia y determinen el valor de la tierra a precios inalcanzables para los trabajadores. Riveros asesta un golpe con la definición no nueva que dice: donde no ordena el estado, ordena el mercado. «Por eso uno tiene que partir del proyecto madre que es una política de reordenamiento territorial y con la participación de la gente».
Riveros no deja de lado lo condicionante que son los loteos que se habilitaron entre 40 y 50 años atrás y que a partir de en una década de mercado interno de fuerte dinámica se comenzaron a levantar y ya estaban aprobados por catastro y no había mucho que hacer. Por eso insiste con la idea de que hay que ordenarlos, «esa realidad es avasallante, los problemas de agua responden en gran parte a eso. Nunca se hicieron estudios hídricos, para decir: bueno, los recursos pueden abastecer 120 mil personas o no, solo a 5 mil, hay que poner freno. La tecnología está para eso, el estado tiene investigación sobre el tema, hay geólogos, no es que hay que viajar al espacio».
La administración no es un rapipago
«Si uno uno piensa que armar una comunidad es administrar la plata que entra y que sale en la Comuna, estamos pensando en otra cosa, porque lo que está en juego es la vida de las personas».
Pablo Riveros expone los dos extremos de una realidad que tiene como escenario Villa Ciudad Parque. Por un lado un emprendimiento inmobiliario como Molvento, al que calificó de infernal por su criterio y modelo de negocios en su desarrollo, y en el otro extremo de la pirámide social cuenta que «se está trabajando con el área social tratando de resolver un problema de una familia en situación de calle, con un mamá internada, un padre sin trabajo y los dos hijos a la deriva».
Si bien es una postal que se replica en el mundo, que ni siquiera en los denominados primer mundo escapan a esa realidad como cachetada a la pretensión soberbia de que ese es el camino.
Riveros aprovecha y deja picando una de Perón: «toma valor la comunidad organizada de Perón», nos dice y se apura a cerrar la idea diciendo: «no desde lo político, sino que es filosófico, uno se desarrolla en una comunidad que se desarrolla».
Ayudar a resolver este problema a la gente, no es electoral, tiene un valor social/político/ideológico y nosotros vinimos para estar ahí desliza en su relato.
En el diálogo cita distintos desarrollos: «No es solo Molvento, tenemos la Ensenada, Complejos de Cabañas en el loteo central grande, bien posicionados económicamente que tienen que tener políticas que ayuden a la consolidación, porque es importante. Pero me parece que hay que generar un equilibrio y para eso está la política».
En febrero del año 2007 Periódico Caminante salió al ruedo, en aquellos días Semilla del Sur la organización que junto a unos compañeros y compañeras de ruta artesana armaran en Villa Ciudad Parque, organizaron un encuentro de artesanos de Latinoamérica. Le digo que si bien Caminante estuvo allí y tal vez haya sido el único medio que tomó esa agenda hace 13 años atrás, le confesé que en aquel momento parecía una locura que estuvieran discutiendo con sus pares las realidad de los artesanos de latinoamérica.
Pablo me dice que tiene de recuerdo aquel ejemplar, se sonríe y larga: «Después de 13 años un artesano es presidente comunal, me parece que es como máxima expresión de discutir qué íbamos hacer los artesanos, eso es parte de eso, es discutir qué vamos hacer los artesanos en latinoamérica y qué papel jugamos en una comunidad. Hacemos pulseritas y aritos y vamos a vender o nos involucramos en la sociedad en que vivimos y tenemos un vecino que hace otra actividad, y otra hace otra, y nosotros somos parte del juego o parte de esa dinámica».
Ejercita la memoria, pero rápido repasa, que fue ese mismo año en el que comenzaron a darle vida al espacio que los artesanos tienen hoy en Villa General Belgrano que surgiera de aquellas discusiones en el acalorado verano del 2007 en el Encuentro Latinoamericano. Hoy la feria a la que hace referencia alimenta a cincuenta familias de la zona y en verano a ciento cincuenta.
Otro ícono lleno de simbolismo es que en el 2007 ni siquiera el 20 por ciento de los artesanos tenía terreno propio, vivían en misma casa como centro eje y carpas en el terreno; » de ese de proceso venimos» dice Pablo, «hoy somos gobierno, con muchos ya con casa propia porque han podido trabajar acá, porque hemos ganado un espacio también en Córdoba, y porque cuando se ganó este espacio se hizo un convenio con el Paseo de las Artes en Córdoba para que allá esa feria tuviera dos puestos todos los fines de semana para que pudieran ir a trabajar compañeros, después con esta feria articulamos con fiestas nacionales, para que esta feria tenga uno o dos lugares en la Fiesta del Poncho en Catamarca, en La Rioja, en Colón, Entre Ríos, fiestas nacionales muy importantes».
Todo eso pudieron construir en base a eso que hablaron en aquel encuentro que eran dos puntos los que trabajaron: 1) Debían estar unidos y organizados, antes de que surgiera esa consigna de parte de kirchnerismo. 2) Hablaron de sindicalizarse.
«Hoy se creó la unión de trabajadores de la economía popular, donde los artesanos son una rama de esa comunidad de trabajadores de esa economía».
De esta manera me ha respondido Pablo Riveros a eso que allá, hace trece años, parecía una locura, es un repaso de todo lo que fue trayendo.
Le digo que han demostrado que saben articular entre ellos y también con aquellos vecinos que no pertenecen a una misma filosofía pero sin embargo se unieron en la Unión Vecinal y tanta diversidad se transformó en potencia. Ahora es el posgrado, articular con otros actores políticos de la región, comunidad civil ampliada, y los gobiernos de la Provincia y el Nacional.
«Y, como decís vos es un posgrado, nosotros no llegamos aun lugar, llegamos a un comienzo, tenemos el desafío de no perder el oficio y no dejar de ser lo que somos, más allá de las responsabilidades y de los tiempos que tenemos. Yo soy una persona que me gusta mucho la política desde siempre, e intento de que la política no termine rompiendo mi ser, mi autorrealización, soy artesano de toda la vida, viví de eso siempre».
Fiesta del Vino y la Vid
Entramos a este tema, no por que sí, tiene que ver con un atractivo importante en los turístico pero que además demuestra que Calamuchita está para mucho más que turismo. A priori le manifiesto que es una propuesta más popular, lo que están armando, y que tiene más que ver con el trabajo que con el fetiche del vino como se lo ha transformado en algunos lugares. Bueno, mi manera de entrevistar es esa, una técnica, un diálogo, no solo preguntas.
La respuesta no se hizo esperar: «soberanía y diversificación, producción del vino, una producción artesanal y no tan productivista, y es mostrarlo a la comunidad. Por ahí se incentiva más aún, y empezamos a generar laburo agrario y hacemos que a los productores les vaya mejor mostrando afuera identidad. Trasladamos la fiesta de las bodegas al predio de la Comuna».
Insisto con que se ha generado mucho fetiche del vino, y en realidad es trabajo popular, mesa de los argentinos. Pablo me dice asintiendo, «alguien cosecha la uva, son trabajadores agrarios y hay que fomentarlo, prefiero que inviertan en viñedos y no que loteen dos hectáreas para hacer veinte cabañas. Hay que levantar y poner lindo lo que ya tenemos, mostrar el vino, nuestra gastronomía, nuestros músicos, eso es soberanía entendiendo Ciudad Parque como territorio y el que venga se lleva una postal real».
Cierre de esta charla que nos debíamos y que siento que le debía a los lectores, por aquello de que varios medios se quedaron en la romántica del Intendente o Jefe Comunal Hippie, al menos en nuestra región debemos darnos a la tarea de que tod@s conozcamos más en profundidad lo que pasa alrededor.
El último concepto de Pablo Riveros fue:«nosotros traemos encima de que los cambios son de abajo hacia arriba y de lo pequeño a lo grande y entendemos de que lo que podemos transformar hoy en día es Ciudad Parque, antes que nada me encantaría ver como resulta nuestro proyecto aquí, porque si no transformamos la realidad acá, que sea más justa, solidaria, ordenamiento territorial que proteja el ambiente y que todo lo que veníamos diciendo lo podemos llevar a la práctica, no será verdad. Recién allí veremos para donde avanzamos políticamente».
*Pablo Miranda
Editor Caminante