A la caza de sistemas democráticos

*Por Pablo Miranda.

Resumen

El sueño cumplido de una democracia para siempre, de alta participación ciudadana, de calidad institucional con inclusión social está muy lejos y no solo en Argentina. Este artefacto garante del Estado Capitalista tiene profundas contradicciones debido a la premisa de acumulación de capital privado que colisiona con el carácter de igualdad que postula la democracia, este dueto tiene asimetrías móviles que por momentos parecieran acercarse y en otros casos se separan como imanes de un mismo polo.

A la caza de sistemas democráticos

Oscar Oszlak (2001) manifiesta que la mayoría de las burocracias modernas se formaron como parte de un proceso de construcción estatal ocurrido en el siglo XIX, pero es necesario señalar que incluye aspectos que los componen y que van desde un territorio, un pasado y actualidad común, lengua y costumbres, prácticas productivas, ciudadanía, y hasta un pacto de dominación política (Ahumada, 2014, p. 14). Jorge Ahumada incorpora en su trabajo “Estudios sobre la Burocracia, Estado y Capitalismo” la diferencia que hay entre estatidad y el concepto de aparato institucional y burocracia. Por lo señalado, advertirán rápidamente que todo aquello que abarca la estatidad supera ampliamente a la administración burocrática sin que esta deje de ser importante, ya que es allí donde se materializan las políticas que diseña y ejecuta un gobierno administrando un Estado. Max Weber: “en su visión, el Estado es la forma legítima que asume la dominación y el Estado contemporáneo asume las formas que aporta racionalidad» (Ahumada, 2014, p.15).

Mencionar gobierno, obliga al menos acercar algunos conceptos que nos ayuden a continuar con el análisis y que este sea comprensible, teniendo en cuenta la ambigüedad y vaguedad del concepto “gobierno”. Hipólito Orlandi y Javier Zelaznik señalan:

Gobierno identificado como el conjunto de individuos que ejercen el poder de autoridad en un sistema político, autoridades, titulares de los roles que poseen autoridad.

Gobierno como la actividad de conducir una sociedad.

Gobierno como instituciones a partir de las cuales se ejerce la autoridad (Orlandi, Zelaznik, 1995; p. 213).

Para la primera acepción de gobierno, es decir, refiriéndonos a quienes ejercen la autoridad, para ocupar esa posición de élite del poder en el Estado, en democracia es necesario ganar elecciones. Primera expresión de tipo burocrático institucional, el cual está dotado de una serie de medidas que deben cumplirse como es el derecho de todo ciudadano/a a elegir y ser elegido, el derecho de asociación, libertad de prensa, el derecho a exponer ideas y a acceder a otras voces dentro del debate político y social, control y fiscalización del acto eleccionario, etc. Este primer paso es tan importante para el sistema que según Guillermo O Donnell, hay casos en los que se cumplen institucionalmente los pasos que la democracia, a la que se refiere como poliarquía, requiere. Señala que en la realidad se hacen presentes cuestiones más de tipo particularistas que universalistas, es decir, tensión entre el interés particular privado y el interés público. Pero no en el caso del acto electoral, debido a que hay controles de parte de la ciudadanía, la prensa en capacidad de denunciar actos reñidos con lo establecido constitucionalmente y hay un interés por parte de los gobiernos por ser legitimados por sus pares de otros países, para lo cual los comicios y el proceso previo deben ser transparentes. (O` Donnell, 1997, p. 324 y 325).

Se menciona a la poliarquía como concepto, que es aquel que incorporara a la gramática de estudios políticos Robert Dahl y que consiste en:

  1. Autoridades públicas electas.
  2. Elecciones libres y limpias
  3. Sufragio universal.
  4. Derecho a competir por los cargos públicos.
  5. Libertad de expresión.
  6. Información alternativa.
  7. Libertad de asociación. (Robert Dahl, 1989, p.221).

Guillermo O Donnell indica que hay instituciones informales y formales, hay ocasiones en las que hay reglas informales que son ampliamente compartidas y están profundamente arraigadas; en este caso son estas reglas las que están altamente institucionalizadas y no las formales, lo advierte para tener en cuenta que para determinados estudios hay categorías de análisis que no tienen capacidad empírica específica (O Donnell, 1997, p. 318). Pero como lo mencioné anteriormente, hay algunas democracias -poliarquías- que si bien cumplen transparentemente con el acto eleccionario, en el cúmulo de acciones burocráticas de gobierno cumplen con los procedimientos pero no con las políticas de fondo, es decir que el Ejecutivo erosiona las posibilidades de control horizontal que el propio Estado creo a través de institutos con esa finalidad (O Donnell 1997, p.325). Ante esta situación podemos observar claramente que hay perturbaciones en la categoría dos y tres que propuso Orlandi al referirse a Gobierno como un conjunto de individuos que ejercen el poder en un sistema político y Gobierno como la actividad de conducir una sociedad. En este caso el sistema democrático exige el cumplimiento de normas, pero se escapa la razón política de la que habla Clauss Offe (1988), y pierde legitimidad, la misma puede ser momentánea o puede generar una crisis mayor en el sistema.

“Max Weber, advirtió, que las instituciones despojadas de responsabilidad y poder reales tienden a actuar de modos que parecen confirmar razones aducidas para ese despojo”(O Donnell, 1997, p. 326).

Vemos que el sistema así planteado de acuerdo a distintas investigaciones que describen los autores citados expone una serie de contradicciones de origen como lo he señalado al comienzo, y otras que son de prácticas que no siempre son iguales y que en ciertos análisis y críticas se caen fácilmente en el proceso positivista y en el etno-eurocentrismo. Bajo estos tópicos se pregona el famoso credo de países en vías de desarrollo en cuanto a expresiones productivas, como un decir de lo mejor está por venir, o en el plano político institucional países en vías de consolidación democrática, como si hubiese algún rincón en el mundo, bajo empiría, que pudiese asegurar que ese es el camino.

El paso al posfordismo o pos Estado de Bienestar nos dejó también algunas lecciones probadas y que comparte Jorge Ahumada en su trabajo “Estudios sobre la Burocracia, Estado y Capitalismo”. En esa etapa se rompió el compromiso entre clases y una base institucional necesaria a un modelo productivo sostenido por la demanda, en un sentido contrario, hoy se caracteriza por el apoyo a la oferta con lo cual se requiere de la desregulación global de mercados de bienes y servicios y en particular de mercados de capital (Ahumada, 2014, p.16). Todo ello bajo la tutela de los gobiernos del mundo que extienden la alfombra roja para que esto sea posible a través de constructos técnicos legales. En el mientras tanto crecen los excluidos de acceso a una mejor calidad de vida y excluidos de los significantes sociales, se naturalizó que así son las cosas. Es un buen momento para invocar a Rául Scalabrini Ortíz y decir. “El hombre que está solo y espera”, también son mujeres y níñez.-

*Editor Caminante.