Foto: filo news.
Un año inédito, histórico, complejo e incierto este 2020 que seguramente no podremos olvidar. Un año donde la virtualidad fue la forma de encontrarnos, donde el “aislamiento social obligatorio” puso en jaque nuestro marco de intervención basado en el territorio y la presencia, donde muchos quedaron o quedamos solas o solos, despojados de las redes de cercanía y hasta imposibilitados de generar recursos económicos para la subsistencia. Un año donde sentimos que hay poco para celebrar.
Por eso volvemos a leer a los Derechos Humanos y recordamos que son inherentes a la persona por la sola condición de serlo, que todos nacemos libres e iguales en nuestra dignidad. Que estos derechos son, además, irrevocables, inalienables e irrenunciables. Ya sean civiles y políticos, económicos, sociales o culturales, derecho a un medio ambiente sostenible y a tener garantías frente a la manipulación genética…. el gran desafío es que estas palabras reconocidas internacionalmente desde el 10 de diciembre de 1948, sean cada día y en cada lugar del mundo una realidad.
Nuestra profesión, parafraseando a Eduardo Galeano, desencadena la alegría de hacer y la traduce en actos; nos permite actuar sobre la realidad y cambiarla aunque sea un poquito, probando que la realidad es transformable. Ser Trabajador Social no es fácil, pero vale la pena serlo. Nuestro deseo en este Día, es que disfrutemos del privilegio y el orgullo de ejercer una profesión basada en el respeto al Ser Humano, una profesión esencial.
- Delegadas Sub Sede Calamuchita
Colegio de Profesionales en Servicio Social.