Latinobarómetro inicia con esta medición su tercera década.
Los datos acumulados a través del tiempo dan cuenta de
una región que no da el salto a grados superiores de
democracia. La democracia parece consolidarse de manera
imperfecta, quedándose anclada en algunos temas.
América Latina enfrenta grandes transformaciones en la
forma como se comportan los ciudadanos, al mismo tiempo
que permanecen los valores tradicionales. Esto crea
tensiones valóricas, de desarrollo y de crecimiento que se
manifiestan como crisis.
Hay cambios significativos en la forma y el contenido de los
espacios públicos y el modo como las personas los perciben.
Es la democracia, su lugar, pero también el de la libertad, el
orden, el crédito y la credibilidad que se le otorga a las
instituciones y a quienes las encarnan, las que se están
consolidando simultáneamente y con desfases. Las
demandas ciudadanas son claramente de inclusión de
igualdad de trato, acceso y desmantelamiento de las
desigualdades. Esos son los bienes políticos que le faltan a
las democracias para salir del estancamiento en que se
encuentran.
El pasado no parece repetirse, pero tampoco el futuro imitar
otras latitudes. América Latina está claramente en un
territorio nuevo. Tenemos evidencia de tiempos nuevos que
desafían a las instituciones nacionales y multilaterales, así
como a los sujetos sociales, los centros académicos y de
pensamiento a profundizar y ajustar sus análisis, a afinar las
capacidades de interpretación, a reflejar con mayor nitidez
las formas en su evidente complejidad.
Sin guerras, América Latina acusa violencia, corrupción y la
desigualdad como los fenómenos mas potentes que retienen a
la democracia.
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