La Argentina frente al desafío de alimentar al mundo

Con propuestas para nuestro país y América Latina, profesionales del sector agroindustrial vinculados con la actividad política, dieron un enfoque conjunto respecto del diagnóstico, coyuntura nacional e internacional e inserción del país en el comercio mundial de alimentos, incluyendo propuestas de política agroeconómica para aprovechar el favorable contexto internacional para a actividad. Prensa Expo Agro

FOTO: En el salón auditorium un panel de expertos disertó sobre «el desafío de alimentar al mundo».

La disertación estuvo a cargo de Andrés Domínguez -abogado y licenciado en economía, consultor, docente universitario y ex coordinador agroindustrial de la Coalición Civica-, Leonardo Sarquís -ingeniero agrónomo, director general de la empresa Confiagro, ex coordinador agroindustrial del Dip. Francisco De Narváez y asesor agropecuario de Unión Celeste y Blanco-, Guillermo Bernaudo -ingenierro agrónomo, director de empresas agropecuarias en el país y el Uruguay, y coordinador agropecuario de Unión Celeste y Blanco- y José Anchorena -doctor en economía y director de Desarrollo Económico de la Fundación Pensar del PRO-.

Andrés Domínguez destacó que en los últimos años cambiaron favorablemente los términos de intercambio en el comercio internacional, a favor de los países productores de alimentos, cuyos valores vienen subiendo: «alimentar al mundo en el futuro será más complicado porque seremos más habitantes, comeremos más y mejor, especialmente en América Latina y Asia donde en los países emergentes la gente va a comer más proteínas y mejores alimentos». En este sentido, recalcó que el mundo que viene, en materia alimentaria, presenta la disyuntiva entre comerciar más o reservar más volúmenes para el mercado interno, dilema que ?el mundo como tal puede resolver este desafío con estados eficientes y eficaces?.

Al respecto, señaló que se necesitan políticas públicas basadas en el diálogo entre las entidades políticas y empresarias, que libere el comercio con reglas de juego claras, y también -a nivel regional sudamericano- alianzas empresariales, y un mejor manejo integrado de los recursos, como por ejemplo los bosques.

Domínguez dijo que entidades multilaterales como la FAO, CEPAL, la ONU y la OCDE, e incluso la Argentina en el G20 han propuesto liberar y acrecentar el comercio.

Por su parte, Leonardo Sarquís describió la actual coyuntura agroindustrial de la Argentina. De ella, rescató la sequía que sufrió el área agrícola central de enero a abril de 2012, que -solo en la Provincia de Buenos Aires- significó pérdidas por más de 14.000 millones de pesos y una menor área sembrada de maíz, trigo y girasol.

Agregó a estos datos lo sucedido con la ganadería bovina de carne que implicó una caída del stock de 10 millones de cabezas, con una brutal caída del consumo interno, destrucción de empleos en la cadena y suba precios, así como la situación de la lechería, que presenta costos de producción crecientes y precios para el productor prácticamente congelados desde diciembre de 2010.

A juicio de Sarquís ninguna de estas dificultades planteadas al gobierno en los últimos 4 a 5 años han sido solucionadas: «siguen trabadas la comercialización de granos, carnes y lácteos, y por el cierre de las exportaciones, la Argentina no está donde debería estar y sí están nuestros vecinos», recalcó Sarquís, quien ejemplificó que Paraguay, a solo 2 años de su último brote aftósico, exporta carne a Indonesia.

También mencionó que la fuerte presión impositiva -que afecta a todas las producciones y especialmente a las economías regionales- provocan una pérdida de competitividad de más del 35 por ciento y que la inflación corroe la rentabiidad.

Paralelamente, Sarquís analizó la relación entre el mundo y la Argentina. Reveló que pese a su importancia como cliente, China le compra a nuestro país solo el 9,8 por ciento de las exportaciones agroindustriales e India el 7 por ciento. Sostuvo que «el país debe vender en forma agresiva a los países emergentes en vez de dirigir sus exportaciones a los aquellos donde no debería ir -como Nigeria o Angola- donde solo va para conseguir energía. Argentina -sentenció- en los últimos 70 años no vende a los países que más pagan; deberíamos ir a Malasia, Indonesia, Bangaldehs, Japón Egipto y Turquía, entre otros».

Por su parte, Guillermo Bernaudo se refirió a cómo aprovechar las oportunidades comerciales, advirtiendo que para atender la demanda global, la competitividad no es algo dado porque las variables macro propias y ajenas la determinan. Así, ejemplificó que «el consumo de aceite crudo de soja aumento 36 por ciento en China pero la importación de este producto bajo un 46 por ciento; por lo tanto la Argentina exporta menos aceite y valor agregado. China -explicó- entre 2004 y 2007 cambió su perfil de compras al país, pese a lo cual no se modificaron las políticas comerciales externas que rigen desde 2000». Y al respecto citó otros ejemplos: «Actualmente la Argentina ocupa el 11º lugar en exportación de carnes, superada por Uruguay, Paraguay y México. Y Brasil compra trigo uruguayo, paraguayo y estadounidense como consecuencia de que la Argentina dejó de ser un productor confiable». Respecto de la carne señaló que «todavía tenemos marca pero en muchos restaurantes alemanes especializados en carne argentina, se vende carne brasileña, cuya calidad ha crecido mucho».

Bernaudo volvió a proponer las medidas que habitualmente reclama el sector: Reducir restricciones comerciales y retenciones, una política impositiva que promueva la inversión, una macroeconomía que promueva el ahorro y el crédito, la reducción de la inflación y se preguntó si en la Argentina puede haber políticas de Estado. «Parte de de la oposición (5 partidos nacionales) se puso de acuerdo en 31 puntos pero no hay un ámbito diálogo». Entre ellos destacó un modelo de desarrollo nacional, políticas tributarias, comercio exterior, infraestructura, generación de empleo y crédito, y fomento de la agricultura familiar, así como buen manejo de los recursos naturales.

Por último señaló que el principal desafío es lograr acuerdos institucionales en acciones sectoriales conducentes a su implementación como políticas de estado.

Sobre cómo concretarlos, se refirió José Anchorena quien explicó que la principal dificultad que vive el país es que las medidas propuestas y consensuadas por las instituciones argentinas no se traducen en políticas efectivas, como por ejemplo el PEA.

Señalo que los resultados económicos dependen del mundo (los valores de los granos, sobre los que el país no tiene poder) y de la políticas consensuadas. En estas últimas hay 2 grandes ejes: las instituciones -un congreso bien capacitado, independencia judicial y una burocracia eficiente- por una parte y los factores de poder político, por otro.

«Para traducir los consensos de política económica en resultados están las instituciones. Por lo tanto, si ellas no se fortalecen, vamos a ir peor», sentenció Anchorena, refiriéndose a los actores del consenso como las entidades gremiales, asociaciones de cadenas, comercializadores, sindicatos, autoridades políticas, universidades públicas y privadas, y la sociedad civil.

Al respecto, señaló que el país tiene políticas de muy baja calidad y se ubica por detrás de Brasil, Chile, Costa Rica y Uruguay. Hace 50 años que la Argentina discute su modelo de desarrollo y que no logra encaminarse. Sobre los motivos, hay dos visiones -precisó Anchorena-: una sostiene que se debe a que muchos intereses concentrados benefician a una oligarquía. La otra, sostieneque hay problemas con las instituciones y malas políticas.

La oportunidad comercial que el mundo tiene para la Argentina no se puede aprovechar por las más políticas y el sector puede dar respuesta a la cuestión, pese a que no hay respuestas sectoriales por parte del gobierno. Para ello, hay que empujar la agenda desde la política, opinó Anchorena.

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