*Por Pablo Miranda.
La plaza ubicada en el corazón de la localidad serrana de Cosquín en el Valle de Punilla volvió a vibrar y a ser el epicentro del folklore argentino y latinoamericano.
No fue una edición más, aunque de hecho que ninguna lo es, pero esta en particular, aun atravesada por el contexto de pandemia tuvo ese sabor especial del reencuentro. Las circunstancias que todos conocemos, nos privó el año pasado de muchas cosas y entre ellas, poder encontrarnos como cada año en Cosquín. «Había una necesidad de ese abrazo, pero debemos seguir cuidándonos, por eso optamos por un repertorio conocido que simbolizara eso, ya vendrán las nuevas creaciones, poesía, música…» expresó Julio Paz del Dúo Coplanacu describiendo en una frase un universo de sensaciones.
Cada artista que sube al escenario lo manifiesta, en la actuación o en la prensa, lo que significa para sus carreras pisar el escenario Atahualpa Yupanqui, pero también referentes de distintos ámbitos de expresiones culturales y por fuera de ella, describen los movimientos telúricos que genera Cosquín, fue así el que el Titular de la Agencia Córdoba Turismo, el carlospacense Esteban Avilés manifestó en ronda de prensa que el hecho de que Cosquín haya anunciado, cuando se achicaban los tiempos de las decisiones, que el festival se hacía, marcó una agenda general de la cual era muy difícil desembarazarse.
«Este es un Cosquín distinto, es como un Cosquín de varios años atrás, se había perdido su esencia, su intención, su estar juntos » así lo vio Federico Córdoba de Las Voces de Orán y opinó: » no nos tenemos que encerrar en formas, en arte, o formas de actuar de los artistas extranjeros que se encierran en sus camerinos, no conversan con nadie… hay que venir a Cosquín el día que hay que actuar y quedarse 5 días más a estar juntos…» consideró que «de allí sigue saliendo de la tierra lo que le nació a Jaime (por Dávalos), a Atahualpa, a Hernán ( por Figueroa Reyes), a César Perdiguero, a Víctor Velázquez…» , en ese sentido rememoró que una vez encontró a la madrugada charlando en una esquina, cuando ya iba ganando el sol, a Jaime Dávalos con el Chúcaro, el Chango Nieto con Eduardo Rodrigo y así. Con una disculpa como preámbulo hacia otros festivales, Federico Córdoba dijo: «Este es nuestro festival, es el festival de los cantores».
Y fue así que fue esta edición ha sido la del reencuentro, y desde el epicentro de la plaza se extendió esa vibración a la Feria de Artesanos Raúl Augusto Cortázar en la Plaza San Martín, al Encuentro Nacional de Poetas con la Gente, a los escenarios de los Espectáculos Callejeros, a los balnearios, a las infantables peñas, y esas guitarras, bombos y voces que se escuchaban en cada patio.
Como todo movimiento telúrico tiene sus réplicas y estás se extienden hacia los cuatro puntos cardinales del país, Cosquín ha vuelto a cantar y ha sido un triunfo de todos.
