Lula con la legitimidad de las urnas y el reconocimiento internacional.

Por Pablo Miranda.

El primer gran paso de Lula se concretó el domingo al lograr ser electo por tercera vez (no consecutiva) como Presidente de la República Federativa de Brasil. El segundo fue un discurso medido y ajustado en tiempos de polaridad social. El tercer gran paso fue el haber logrado rápidamente el reconocimiento internacional de distintos jefes de Estado del mundo.

Robert Dahl puso en uso los 7 aspectos centrales para una democracia y/o poliarquía.

  1. Autoridades públicas electas.
  2. Elecciones libres y limpias.
  3. Sufragio Universal.
  4. Derecho a competir por los cargos públicos.
  5. Libertad de Expresión.
  6. Información Alternativa.
  7. Libertad de Asociación. (Robert Dahl, 1989, p.221).

Se sabe de antemano que el sistema democrático en Brasil está en tensión debido a una serie de conductas llevadas adelante por el hasta ahora Presidente en funciones que están reñidas con algunos de los puntos de Dahl. El proceso electoral previo estuvo signado por persecuciones, actos violentos (en este caso de ambos lados) mayoritariamente llevados adelante por el bolsonarismo. En varias oportunidades debió intervenir el TS Electoral que incluso llegó a sacar algunas resoluciones para combatir la desinformación que amenazaba la integridad del proceso electoral. El objetivo fue atacar «la producción sistemática de desinformación, caracterizada por la publicación persistente de información falsa o descontextualizada sobre el proceso electoral».

La mano del tornero que llegó a ser Presidente y que a los 74 años regresa al Planalto.

Bajo el carácter de esa resolución, el tribunal podía ordenar a las empresas de redes sociales y sitios web que eliminaran directamente la presunta desinformación. Si las plataformas digitales no actuaban para eliminar el contenido dentro de las dos horas posteriores a la denuncia, las autoridades tendrían la facultad de imponer multas de entre 100.000 reales (USD 19.164) y 150.000 reales (USD 28.746) por cada hora de retraso. Eso ocurrió 10 días antes del acto comicial del domingo reciente.

El rápido reconocimiento internacional legitima en el concierto mundial el triunfo de Lula, en esa galería se cuentan los Presidentes de: Estados Unidos, Joe Biden; de Canadá Justin Trudeau; de Francia, Emanuelle Macrón; el Primer Ministro de Australia, Anthony Albanese; de España, Pedro Sánchez, incluidos aquellos que están alejados ideológicamente como Guillermo Lasso, Presidente de Ecuador; de Uruguay, Luis Lacalle Pou; de Paraguay, Mario Abdo; dirigentes como el argentino Mauricio Macri y Enrique Rodríguez Larreta, y hasta el Secretario General de la OEA el uruguayo Luis Almagro. Demás está citar que de Latinoamérica la gran mayoría envió sus salutaciones, entre los que se encuentran Gabriel Boric, Luis Arce, Alberto Fernández y Cristina Fernández, Gustavo Petro y Francia Márquez, Nicolás Maduro, el peruano Pedro Castillo, Andrés Manuel López Obrador, de Honduras Xiomara Castro, Presidente de Panamá, Laurentino Cortizo; Presidente de Cuba, Miguel Díaz Canel; entre otros mandatarios del mundo.

Muy a pesar de los cortes y bloqueos que surgieron desde las primeras horas del lunes en rutas, principalmente de sur de Brasil, en el Estado de Santa Catarina y en otros posteriormente, Bolsonaro se ha quedado sin legitimidad internacional.

Un aspecto insoslayable en el sistema democrático es la potencialidad de alternancia y seguridad de continuidad, y es esto lo que en cierta forma está en juego por estas horas en Brasil con pedidos de algunos militares y bolsonaristas de intentar un golpe de Estado.

Brasil no está exento de estas anomalías que ya vimos en Estados Unidos con Donald Trump y el intento golpista cuando liberó el Capitolio para el ingreso de manifestantes que no reconocían el resultado, prácticas fascistas en el ataque a las instituciones del orden democrático.

Vuelve Lula a conducir un país demasiado importante para la economía mundial, y un socio fundamental de Argentina y América Latina no solo en agenda de negocios sino de carácter social y político.