Democracia y Estado en tiempos de (neo) liberalismo

*Por Pablo Miranda.

Muchos de los problemas que se presentan tienen carácter sistémico dentro del campo neoliberal.

Una de las consecuencias para la democracia es la diversificación del poder, las masas eligen gobiernos que se hacen cargo de la administración del Estado. Gobiernos que aun teniendo cosas pendientes en la realización de las sociedades, tienen la legitimidad electoral y los ciudadanos otorgan otro grado de legitimidad, que es permanente e inestable, de acuerdo a las acciones que se llevan cabo.  Pero, los gobiernos, aun teniendo algunos monopolios coercitivos como el de la utilización de la fuerza, controles, premios y castigos de acuerdo a normas de conducta de tipo civil y también del punto de vista recaudatorio, y de distintas decisiones; se ven ante un escenario de gobernance donde las presiones de tipo corporativas, organizaciones que en la gran mayoría no son democráticas, pero que presionan y obligan al Estado a tomar decisiones que muchas veces favorecen a grupos concentrados de la economía en detrimento de amplios sectores de la sociedad. Bajo esta situación vemos que se violan derechos esenciales individuales y hay pérdida de soberanía.

Un ejemplo puede ser el de los pueblos fumigados, que se auto convocan e intentan que esa realidad sea cambiada, pero se ve a un Estado que celebra acuerdos internacionales y juega un rol de facilitador, en este caso puntual citado, en los que prima la economía, y lejos está de brindar soluciones a quienes están sujetos a los embates de las enfermedades que el paquete tecnológico produce en su aplicación, se instauran mecanismos de recaudación (retenciones) y se alientan; por obra u omisión, la frontera agrícola produciendo más desmonte, futura desertificación de territorios; y la justicia que se me mueve lenta y en el mientras tanto se patea un problema hacia adelante. Esto sin duda socava la legitimidad del Estado/gobierno, pero lo que es peor aún, el de la democracia misma. En este mismo ejemplo, podemos ver claramente el entramado en su pleno desarrollo: acuerdos internacionales entre naciones (multilateralidad), préstamos internacionales de organismos financieros, colocación de nuestras materias primas en otros mercados, la generación de las divisas que el país necesita para cumplir con sus compromisos de pago de deudas, o pago de insumos importados para el desarrollo de otras actividades, y en el medio las libertades individuales cercenadas aun en un gobierno democrático.

El Estado se ve obligado en cierta forma a balancear en este campo de distintos principios de relación para intentar coordinar, reordenar, intervenir e idear mecanismo de coordinación de la sociedad, movimiento que se entiende como colibración.  “Al tomar parte en la colibración, el Estado funciona menos como instancia suprema del mando (como «organización» soberana que no está sometida al mando de otra» organización») que como primus in ter pares en una red de relaciones sociales compleja, heterogénea y multinivel” (Jessop, 2017: pg. 237). Una manera de describir la desdemocratización existente en el modelo neoliberal es la siguiente: “los foucaultianos señalan que ha habido un cambio hacia formas (neo)liberales avanzadas de gubernamentalidad, que emplean diversas técnicas gubernamentales para movilizar y disciplinar las energías de la sociedad civil y, al hacer esto, gobernar las relaciones sociales a distancia en vez de hacerlo por medio del mando y el control directo ejercido por una autoridad soberana” (Jessop, 2017: pg. 239).

 El Estado Neoliberal está concebido para garantizar las libertades y la competencia, las garantías de la propiedad privada, pero muchas veces el funcionamiento concreto va en contra de los derechos universales, y el Estado utiliza todo su poderío persuasivo para desalentar agrupaciones colectivas, ya sean sindicatos, partidos políticos, movimientos sociales que pongan en jaque el neoliberalismo, si distintos elementos de persuasión no sirven recurrirá entonces “a la fuerza bruta y al poder policial para suprimir la oposición al neoliberalismo” (Harvey, 2006: pg. 79)   “La libertad de las masas se restringiría para favorecer la libertad de unos pocos” (Harvey, 2006: pg. 79). Jessop define a la democracia liberal diciendo: “esta forma de régimen político disfraza la naturaleza del poder de clase de manera más efectiva que cuando el aparato estatal está controlado más abiertamente por las clases dominantes (o las fracciones de clase), o por gestores del Estado que tienen estrechos vínculos con el capital depredador o están dirigiendo abiertamente regímenes cleptocráticos para su enriquecimiento personal” (Jessop, 2017: pg. 281)

 “La frontera entre el Estado y el poder corporativo se ha tornado cada vez más porosa. Lo que queda de la democracia representativa se encuentra si no totalmente asfixiado, sí al menos legalmente corrompido por el poder del dinero “(Harvey, 2006: pg. 87).

Hay otro aspecto que tiene que ver con ese desacople que se produce entre la democracia nacional que visibiliza a la Presidencia y/o instituciones Estatales en sus distintos niveles, como responsable de lo que va aconteciendo, pero en la realidad hay temas que superan su capacidad, hay cuestiones escalares, que tienen relación directa con otras organizaciones, incluso con organizaciones no estatales como por ejemplo los organismos de banca económica internacional como el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional. En este marco puede generarse un descontento con la democracia por no responder a la concepción de representación real y concreta, mientras el neoliberalismo pretende que la democracia sea un procedimiento y no garante de bienestar. La pretensión del modelo neoliberal según lo detalla Harvey, es que el Estado no tenga la centralidad conocida en el modelo de desarrollo, sino que se lo ubique en un papel secundario y que además “simplemente disponga el escenario para que el mercado funcione, pero, por otro, se asume que adoptará una actitud activa para crear un clima óptimo para los negocios y que actuará como una entidad competitiva en la política global” (Harvey, 2006: pg. 88). También va a señalar que “en este último papel tiene que funcionar como una entidad corporativa, y esto plantea el problema de cómo asegurar la lealtad de los ciudadanos” (Harvey, 2006: pg. 88) que ya había mencionado con antelación.  

Por otra parte el Foro Económico Mundial, en su propuesta de la gobernanza de las múltiples partes interesadas intenta “Redefinir el sistema internacional como elemento que constituye un régimen multifacético más amplio de cooperación global en el que los marcos legales intergubernamentales y sus instituciones están encastradas en un todo, aunque no son el único componente, y a veces no el más importante” (Gleckman, 2016: pg. 7). Clara intención de restarle centralidad a las naciones y a sus organismos multilaterales internacionales, “en cualquier caso, sencillamente no hay reglas claras para los mecanismos de múltiples partes interesadas sobre transparencia, responsabilidad, resolución de disputas y representación, elementos clave aceptados como principios básicos para un proceso de gobierno global legítimo” (Gleckman, 2016: pg. 7).

*Trabajo de análisis realizado sobre Teorías del Estado y sus Transformaciones Históricas por el Editor de Caminante Digital en FCS/UNC Ciencias Políticas.